Exposición Dagoberto Rodríguez

Entre la alta y la baja culturase ha desarrollado en Cuba la elaboración de mobiliario confeccionado concuerda plástica resistente de policloruro de vinilo, comúnmente llamado PVC. Los sillones de estructura de aluminio y cuerdas de suiza, que es el nombre con el que popularmente se conoce al cordón de plástico, forman parte del paisaje doméstico de la familia cubana y su popularidad ha sido tal, que hoy se fabrican más allá de las fronteras físicas de la isla. Sustituto barato de otros materiales constructivos más nobles, como la madera o algunos textiles, la suiza ha intentado saltar el abismo entre lo popular y lo culto en más de una ocasión, pero nunca con demasiada suerte.

En 1970 el diseñador Reinaldo Togores presenta su silla roja, el mejor y más acabado ejemplo de utilización de este material en un diseño de mobiliario que, como muchos otros, no pasó de ser un prototipo, pero que simbólicamente fue mucho más allá de la recuperación de un elemento de la cultura popular añadido con rigor al diseño. La silla de Togores, reconocida en su famosa foto con la imagen del Ché al fondo, también era una muestra de las dinámicas sociales que sacudían a Cuba y tenía, según su autor, conexiones con la obra de Tatlin y de Lissitzky.

Dagoberto Rodríguez consigue unir acertadamente estos dos extremos para ofrecernos una obra que bebe y se inspira en los dos opuestos que le dan vida propia a la suiza. Una que lo une a su pasado a través de la memoria porque en su casa familiar de Santi Spíritus los sillones de suiza azul eran el descanso preferido de su padre y otra que lo vincula a su experiencia artística, donde lo artesanal y la tradición gremial era parte fundamental de su imaginario poético, siempre desde una clara intención de resignificación del objeto.

Con suiza de colores se reinterpreta aquí la fachada agonizante del cine Lido, en el barrio habanero de Marianao o las alas batientes del colibrí o los acrónimos de frases que hoy forman parte del vocabulario popular, muy ligeramente deformadas, como en esos ejercicios de perspectiva que se conocen bajo el nombre de anamorfismo.

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